La imagen y el espacio. Lo bidimensional y lo tridimensional. En el texto de Heidegger “Construir, Habitar, Pensar” nos expone, por medio de la metáfora del puente, como por medio de la construcción de este elemento, esa parte específica de la orilla del río donde fue construido el puente, adquiere la cualidad de lugar. De esta manera, convirtiéndose el puente en un lugar, el cual contiene un sitio, un contexto, es que este elemento llega a poder habitarse a medida de su tránsito, de su permitido tránsito a través del río, de llegar al otro lado tan continuamente que un día ese paso queda fundamentado en la experiencia. “…no es el puente el que primero viene a estar en un lugar, sino que por el puente mismo, y sólo por él, surge un lugar…”
¿Qué es lo que nos permite habitar una imagen? ¿De qué manera la imagen nos deja pasar al otro lado tan continuamente que un día ese paso queda fundamentado en la experiencia?
La artista Carmen Puente trabaja diariamente con imágenes arquitectónicas, tanto de interiores como exteriores. El proceso que se lleva a cabo es de cierta manera similar a la de un arquitecto, incluso aunque no haya un paso de lo bidimensional a lo tridimensional, incluso aunque la obra específica de la artista lleve a connotaciones aún más allá de lo que es la imagen por sí misma.
Todas las imágenes seleccionadas por Carmen Puente son tomadas de libros tanto de arquitectura como de diseño de interiores. Hojea el libro, y comienza a poner separaciones en ciertas imágenes que le llamaron la atención, a esto digámosle que son sus estudios sobre la idea que pasará a ser otra cosa más, que será re escrita, con similitudes en el lenguaje de imagen, pero que, no quedará nada de esa imagen chic de aquellas casa e interiores en las cuales no podemos realmente imaginarnos a alguien habitando, o si quiera viviendo, en su interior (incluso aunque si existan esas personas, nunca las vemos).
Este proceso del estudio de la imagen a través del libro lleva otro punto de producción paralelo, el cual es, la selección del soporte en el cual será tomada la imagen. El soporte tomando en cuenta tanto el material como el formato.
Es entonces que en cierto punto la imagen seleccionada, para un soporte en específico, comienza a ser producido. La casa, el sillón, el museo, la sala, el baño, la cocina, la estancia, las escaleras, la mesa, el árbol, todo ahí. Todos esos elementos tomados hacia la obra, y una vez que vemos el cuadro podemos preguntarnos ¿dónde quedó esa casa inhabitable? ¿Dónde está ese sillón de diseño? Las imágenes ya no están inertes en una hoja ilustración, ya no son meras ilustraciones de lo que tu podrías tener, del cómo te gustaría tener tu casa, de si te gustaría que todos vieran el sillón que tienes que aparece en la revista tal y que la hizo tal persona. Ya no queda nada de eso, tan solo quedan imágenes habitadas por Carmen Puente; si, imágenes habitadas. Es esta una manera en la cual una imagen nos deja pasar del otro lado y entonces poderse saber como una experiencia.
No podemos negar que nos es posible hablar de cosas que no conocemos, y aquí solamente hablando de cosas “físicas”; es decir, quizás nunca hemos ido al Taj Majal, y sin embargo “lo conocemos”, podemos hablar de él, sabemos su historia, sabemos cosas sobre algo que realmente no conocemos. He de ahí que existe la historia y que, decimos, “aprendemos” de ella. El ver una imagen es una experiencia, pero traspasa aún más cuando el contenido de esa imagen es la que nos proporciona una experiencia en específico, como a manera de conocimiento de las cosas.
Regresando a la obra de Carmen Puente, a estas imágenes tomadas, habitadas. Cómo estas imágenes son lugares, en el sentido del lugar como sitio/contexto: por medio del título. No es fortuito el hecho de que cada pieza lleve el nombre, o reseña de la imagen del libro, por ejemplo un título de sus piezas sería: “Simon Conder, Oeste de Londres. Reino Unido” Y cada una de sus piezas lleva un título de esta manera, con el nombre del arquitecto o diseñador, y la localización de esta construcción. “De ahí que los espacios reciban su esencia desde lugares y no desde <
He de ahí la imagen habitada, sin referencia a la representación, sino a la situación del lugar, del sitio.
¿Cómo es que se conjunta esta tomar de las cosas? ¿Cómo eso que se encuentra ahí, que no somos nosotros, esas construcciones, esos muebles, esas otras personas, esos líquidos, todo eso exento del yo, y todas esas superficies se convierten en nosotros mismos y a la vez nos quedamos afuera?
A esto me remito al cuento de Julio Cortazar “De bestiario: Casa tomada”. En el cual se genera una existencia de dos personas en una casa en la cual podía habitar ocho personas sin estorbar. Día tras día se generan una serie de actividades frecuentes, rutinarias; donde la existencia de la misma casa tan solo existía en cuanto la existencia de esos dos habitantes fuera vigente. Poco a poco la casa va siendo tomada por ruidos, por entes, cosas. Se fueron recluyendo cada vez más en menos espacio, y las rutinas en cuanto a que cambiaban se iban haciendo más de ellos mismos. Esas cosas se acercan más y más, y a ellos les queda menos y menos, hasta que finalmente un día los ruidos son más fuertes y se quedan sin espacio alguno, sin nada de ellos más lo que les colgaba sobre sus cuerpos mismos. Cierran la puerta con llave, luego la tiran en la alcantarilla porque no fuera a ser que alguien quisiera entrar a robar, “a esa hora, y con la casa tomada” .
Es esta toma de las cosas, esta reclusión dentro de lo mismo, lo cual te deja sin más que lo que tienes, es un habitar de la imagen. Son esas imágenes de Carmen Puente, que no dejan nada de aquella realidad fotográfica de los libros y revistas, que mientras más y más ruido hay, menos espacio tienes; y que en cuanto a que esas rutinas cambian más, va teniendo más de ella misma.
Tiras la llave, siempre uno tira la llave, todo artista siempre tira la llave.
Andrea Coyotzi Borja